martes, 29 de marzo de 2011

A GANAR EN LA PALMA

QUE NON VOS PASE A VÓS
COMO NOS PASOU A NÓS

            En aquella ocasión había que ganar para ascender. Hace 35 años. El rival era el Canarias. El beneficiado el Valladolid de Moncho Monsalve.
            Ahora igual que entonces, hay que ganar. El rival el CB La Palma, en las islas Canarias. A la espera el Murcia.
            Entonces se montó un vuelo charter que se llenaría de aficionados del Obradoiro. El avión no salió a tiempo, Couceiro se desesperaba, envió a los jugadores a cama para poder avisarlos cuando se fuera a salir. Pasada la noche y de madrugada, levantón para ir en vuelo directo al aeropuerto de Los Rodeos. Del aeropuerto a la cancha del Luther King en La Laguna, 15 minutos, vistiéndose los jugadores. Partido a las 12, las 11 en Canarias.
            Couceiro que quería que el equipo viajase aparte se quedó sin su capricho, en su lugar había enviado antes a Owi Cameron para realizar “trabajos” de preparación. Sus gestiones no tuvieron mucho éxito.
            Cuando el equipo salió a la cancha del Luther se pudo observar que el entrenador del Valladolid prefería acudir al partido de su directo rival en lugar de dirigir su propio partido que daba por ganado en casa a las órdenes de su segundo.
            Las cosas no salían. Los laguneros peleaban como si se le fuera la vida, arañaban. ¿Qué pasaba?. El Obra  no decidía. En el descanso Couceiro se queda en la grada, habla con el Presidente de la Caja Rural, patrocinador del Canarias y saluda al resto del personal. Baja al vestuario dispuesto a todo, pero en la cancha nada sale. Ellos siguen peleando a tope.
            Cuando faltan 1,46 y gana Canarias de 8, Couceiro pide su último tiempo muerto, ordena defensa uno a uno, a cara de perro, por todo el campo y búsqueda de líneas de pase, de atrapamientos y todo lo que fuese preciso, responsabiliza de los puntos finales a Tonecho y Thordsen, y dice a los jugadores que desde ese momento no tienen entrenador, que tienen que ir a morir por el club.
            Couceiro se sienta en el banquillo contrario al lado de Pepe Cabrera, entrenador del equipo de casa. Habla seguido, no para, el Obra roba y se pone a 6, roba y a 4, roba y a 2 puntos. Faltan 20 segundos. Otra jugada más y estamos ahí. Pepe se da cuenta de que su rival está sentado a su lado, se levanta, para el partido, y Couceiro se disculpa con los árbitros de que había ido a buscar agua que no le daba su contrincante. Tuvo que volver a su banquillo y no hubo tiempo para más. Faltaron unos segundos para la gran jugada. Un poco más de agua.
            Antes se habían fallado 20 tiros libres. Era mucho peso y muchos “pesos” para un partido solo.
            Se ganaría el último partido en casa, pero el Valladolid hacía lo mismo y le tocaba subir al equipo castellano.
            Que no pase lo mismo. Seguro que no por que esta vez las cosas se harán mejor y mis amigos los palmeros por mucho que quieran no podrán con este Obradoiro que ha de rematar la liga como corresponde y resarcirse de aquella ocasión perdida.
            A por ellos.