Don Antonio, Sí Señor
Tenía el don del SI. El Don de ayudar, apoyar, colaborar, decidir. Don Antonio, querido Antonio Castro, podría decir muchas cosas de ti, pero al menos permíteme soltar alguna de tu saber, de tu estar, de tu postura de hombre bueno y campechano, hombre de la calle. Recordando desde el “tiro” en el Carballeira, al vermuth y los cócteles en el Fonseca de Chita, al vino o al Manhattan en el Miami, o el Maycar, o el Rincón do Cubelo. O a tus consejos y defensas jurídicas.
O el préstamo de tu niña, Pepa, para Reina del Minibasket, y con D. Jesús Precedo, conseguir que jugáramos en la Quintana con todos los niños. Cuando otro Don, Cardenal Quiroga Palacios, recogía dos balones de Mini, y me decía “Couceiro, que hermosas pelotas”, ante la carcajada de los presentes en el Palacio Arzobispal.
A las 9 de la noche, en el Alameda, dabas orden al Jefe de la guardia municipal, Sebastíán, de que se fuera a casa y no contestara a nadie hasta la mañana siguiente, y aceptabas hacer lo mismo tu como Alcalde, mientras yo le daba orden a Paco Gómez de entrar con las máquinas a explanar y hacer el camino de Sar al terreno donde se iba a hacer el pabellón del Obradoiro que tu autorizabas de palabra sin dudar.
Cuando en el año 1976, arriesgabas 10 millones de pesetas del Ayuntamiento para traer a Santiago el Eujubasket que marcó todo un ser del baloncesto de Santiago. El Príncipe Don Juan Carlos, después S.M. el Rey, venía a presidir nuestra reunión en el Palacio de Rajoy. Como te divertías después presidiendo en el pabellón, con Raimundo Saporta y Don Alfonso de Borbón, dándole los resultados y estadísticas de un ordenador que por primera vez se utilizaba en el baloncesto español con fichas de IBM.
Cuando se te pedía que te hicieras cargo de la Presidencia del Obradoiro y te ponías al frente para ayudar, como siempre, a que Santiago funcionara.
Tu eras de AP y yo ganaba las elecciones con UCD, y nos entendíamos igual, y nos respetábamos y nos queríamos. Lo mismo hacías con todo el que acudía a ti.
Como hiciste cosas conmigo las hiciste con mucha gente. Muchos te llamaban Don Si Señor, no eras capaz de decir no. Buena persona, buen dirigente. Cuantas cosas se pueden decir de ti.
Gracias por tu saber, por tu aconsejar, por tu decidir, muchos tenemos que darte las gracias, y te veremos. Por encima de todo, todo un Señor Don.
Jose Manuel Couceiro
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